Crecimiento infinito frente a recursos finitos; fabricación y uso de bienes, frente a disminución de la biodiversidad y deterioro de los ecosistemas; mercado, negocios, finanzas, comercio y estado frente a la inclusión de actores como la Tierra, familias y hogares; riqueza y egoísmo frente a seres humanos sociales y recíprocos; oferta y demanda frente a desigualdad y degradación social; degradación de los ciclos naturales y agotamiento de recursos frente a regeneración y distribución.
Una reflexión forzada por la crisis energética actual que necesita una nueva visión de la economía como la que propone la economista Kate Raworth en su libro «Economía de la Rosquilla«.
¿Crisis energética?
El actual pretexto de la guerra en Ucrania no es más que un agravamiento del descenso de disponibilidad de combustibles fósiles y que ha originado un proceso especulativo sin precedentes.
Los precios de los combustibles fósiles continuarán aumentando, a medida que descienda su producción, hasta el consumo total de los yacimientos en explotación o aquellos nuevos que puedan aparecer; por tanto, sí estamos frente a una #CrisisEnergética de agravamiento progresivo. Los recursos naturales tienen un límite.

El cambio energético es complicado, pues, actualmente, no se puede prescindir de estos elementos productores de energía y que no pueden ser sustituidos por otros sistemas de producción energética. La producción de energía renovable y biocombustibles serán complementarios en cualquier caso.
¿Solución?
Voluntad política de nuestros gobernantes, concienciación y rectificación de los hábitos de consumo por parte de la sociedad.
Las empresas pueden y deben contribuir controlando el equipamiento e instalaciones, por ejemplo, basándose en un sistema de gestión de eficiencia energética como el establecido en la norma ISO 50001. También, utilizando herramientas como la huella ecológica, la huella ambiental, huella de carbono, etc. Se necesita un claro compromiso de la dirección. Asimismo, las organizaciones han de regular sus consumos que, finalmente se transformarán en beneficios económicos, a través del uso de la mejor tecnología disponible; instalaciones de producción de energía renovable, dejando los combustibles fósiles para aquellos procesos que requieran aportes intensos de energía; planificar las necesidades energéticas de los procesos, recursos y productos.
Particularmente es muy fácil controlar el gasto en electricidad y climatización (aire acondicionado y calefacción).